La presidencia de Donald Trump ha implementado una estrategia mediática destinada a saturar la atención pública, dificultando que los medios de comunicación sigan sus movimientos de manera efectiva.
La presidencia de Donald Trump ha implementado una estrategia mediática destinada a saturar la atención pública, dificultando que los medios de comunicación sigan sus movimientos de manera efectiva.
Su gobierno utiliza lo que se ha denominado “neolengua”, un estilo de comunicación que rompe con las fórmulas tradicionales. Esta táctica crea un ambiente mediático confuso, donde las noticias se vuelven difíciles de discernir y seguir.
La presidencia de Donald Trump ha implementado una estrategia mediática destinada a saturar la atención pública, dificultando que los medios de comunicación sigan sus movimientos de manera efectiva.
Su gobierno utiliza lo que se ha denominado “neolengua”, un estilo de comunicación que rompe con las fórmulas tradicionales. Esta táctica crea un ambiente mediático confuso, donde las noticias se vuelven difíciles de discernir y seguir.
A pesar de brindar una apariencia de transparencia, esta estrategia pone en cuestión el control que los medios tienen sobre la información. Surgen interrogantes sobre la capacidad de distorsionar los hechos mientras se inunda el ciclo noticioso con acciones que distraen la atención de cuestiones más relevantes.
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